Nunca es tarde, cuando de cambiar hábitos se trata
- Pascual De Pietro
- 22 jul 2024
- 5 Min. de lectura
Conseguir la fuente de la eterna juventud es probablemente uno de los mayores anhelos de la sociedad desde tiempos inmemorables; y, afortunadamente, parece que poco a poco vamos acercándonos a ese objetivo. El doctor Juan Carlos Izpisúa, uno de los mayores expertos en antienvejecimiento del mundo, afirmaba que “Las personas que vivirán 130 años ya han nacido”. Y quizá no andaba desencaminado. Gracias a los avances médicos y tecnológicos, la esperanza de vida de la sociedad es cada vez mayor.
Según datos del Global Health Observatory de la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida ha aumentado en 6 años en las últimas dos décadas a nivel mundial, de 67 años a 73 años.

Aunque las mejoras a nivel de tratamientos médicos han contribuido a un descenso de la mortalidad y, por consiguiente, al aumento de la esperanza de vida, no debemos olvidar que una gran responsabilidad recae también en nuestras manos (o, mejor dicho, en nuestros hábitos). Como ya sabemos, el estilo de vida juega un papel fundamental en el riesgo de algunas de las principales causas de muerte, como son el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. Un estilo de vida saludable es de hecho la principal estrategia “anti-aging” en la que podemos apoyarnos, siendo clave para mantener nuestra salud y funcionalidad lo más intactas posibles hasta los últimos años de nuestra vida. Está claro por tanto que el estilo de vida añade vida a los años, pero ¿añade también años a la vida?
Esa es la pregunta que han tratado de responder diversos estudios en los últimos tiempos, analizando cómo distintos factores modificables (p. ej., dieta, actividad física, fumar, beber alcohol) afectaban a la esperanza de vida. Uno de estos estudios fue publicado en la revista científica Circulation (1). Los autores analizaron a más de 100 mil participantes con edad media de en torno a 50 años a los que evaluaron diversos factores como la calidad de su dieta, si tenían sobrepeso u obesidad, si fumaban, si realizaban actividad física, o si consumían alcohol.
Tras hacerles un seguimiento de hasta 34 años aproximadamente, observaron que aquellos que tenían un estilo de vida totalmente negativo a los 50 años vivían de media hasta los 79 años en el caso de las mujeres o hasta los 75 años en el caso de los hombres. Sin embargo, aquellos que cumplían con todos los hábitos de vida saludable a los 50 años vivían de media hasta los 93 y los 88 años, respectivamente. La posibilidad de vivir entre 12 y 14 años más parece estar en gran parte en nuestra mano.

Otros estudios han arrojado datos similares. Por ejemplo, un estudio realizado en más de 20 mil adultos alemanes de en torno a 40 años concluyó que aquellos que tenían un estilo de vida desfavorable (en este caso considerados como aquellos que fumaban, tenían obesidad, bebían alcohol asiduamente, y tenían una dieta con alto consumo de ultraprocesados y carnes rojas) vivían 14 años menos en el caso de las mujeres y 17 años más en el caso de los hombres, siendo el factor más determinante el tabaquismo (que por sí solo reducía la esperanza de vida en 7-9 años).
Más recientemente, un estudio en más de 700 mil militares veteranos americanos evaluó incluso más factores de estilo de vida, incluyendo algunos tradicionales como el tabaquismo, la actividad física, el consumo de alcohol o la nutrición, pero también otros como el manejo del estrés, la calidad del sueño o las conexiones sociales. En este caso, aquellos que cumplían todos los criterios de un estilo de vida óptimo vivían de media 20 años más en el caso de las mujeres y 24 años más en el caso de los hombres.
Nunca es tarde para cambiar de hábitos
Es importante mencionar que los estudios arriba mencionados evaluaban el estilo de vida en edad adulta, pero no excesivamente avanzada (40-50 años). Sin embargo, otros estudios muestran que no debemos despreocuparnos de nuestros hábitos según pasan los años. Es la conclusión de un estudio publicado en una revista del grupo Lancet y realizado en 36 mil adultos muy mayores de China (edad media de 90 años). Aquellos que no fumaban, no bebían alcohol, realizaban actividad física y tenían una dieta saludable vivían 4 años más de media que aquellos que tenían un estilo de vida negativo, independientemente de factores genéticos. Estas diferencias se observaban sobre todo en personas de entre 65 y 90 años, pero incluso después de esa edad el estilo de vida se asociaba a mayor longevidad. Por lo tanto, incluso a edades muy avanzadas el estilo de vida es determinante con respecto a cuánto podemos vivir. De hecho, otro estudio recientemente publicado en JAMA y que incluyó a más de 5 mil personas con edad media de 94 años observó que aquellos que tenían un estilo de vida saludable (en este caso evaluado como no fumar, hacer ejercicio, y tener una dieta saludable) tenían un 60% más de posibilidades de llegar a los 100 años.

De igual forma, no debemos caer en el error de pensar que una vez que ya presentamos comorbilidades o patologías puede ser tarde para que el estilo de vida adquiera este papel positivo. Por ejemplo, un estudio en cerca de medio millón de adultos del Reino Unido con edad media de 60 años observó que incluso en aquellos que tenían multimorbilidad (es decir, que presentaban dos o más patologías crónicas), los que no fumaban, no bebían alcohol, hacían actividad física y tenían una dieta saludable vivían entre 6 y 8 años más que aquellos que llevaban un estilo de vida no saludable.
Conclusiones
Aunque no debemos obviar el papel de los factores genéticos o de otras variables como el status socioeconómico, está claro que gran parte de la esperanza de vida recae en nuestras manos. Por supuesto, sumar años per se no debe ser nuestro único objetivo, sino que vivir esos años con calidad es incluso más importante. Pero como ya sabemos, en eso el estilo de vida también ha mostrado ser clave, aumentando el número de años que podemos vivir sin presentar enfermedades. Un estilo de vida saludable suma vida a los años, y años a la vida.
1. Li Y, Pan A, Wang D, et al. The Impact of Healthy Lifestyle Factors on Life Expectancies in the US population. Circulation. 2018;138(4):345-355.
Autor: Pedro L. Valenzuela (Alcalá de Henares, 1992) es Doctor en Ciencias de la Salud, investigador postdoctoral en el Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre (grupo de investigación en Actividad Física y Salud, PAHERG), y profesor asociado en la Universidad de Alcalá. Estudió Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, para después complementar su formación con un máster en Fisiología Integrativa.
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